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Ponerte nervioso en un examen es lo más habitual cuando te juegas a una carta tu futuro académico. Y, en consecuencia, tu futuro profesional. Los nervios que se generan en un escenario como el descrito son sinónimo de responsabilidad. Sin embargo, en estos contextos unos nervios fuera de control pueden acabar perjudicándote seriamente. Entre otras razones, un estado nervioso no te ayudará a concentrarte, ni a organizar los contenidos de una forma adecuada para responder a las preguntas del examen. De ahí, que conocer los métodos y las técnicas para controlar este tipo de situaciones sea un recurso que influirá, de forma decisiva, en el resultado de la prueba académica para valorar tus conocimientos sobre una materia.
Evita ponerte nervioso en un examen
- Estudiar. La preparación es la clave para estar tranquilo y afrontar un examen con serenidad. Por ello, una buena planificación de la materia de estudio te ayudará a acudir al examen con una sensación de control que te permitirá eludir los nervios. Sin embargo, si no has estudiado y tienes que hacer frente a un examen debes de mantener la calma para poder concentrar todos tus esfuerzos en intentar hacer uso de tu conocimiento general sobre la materia.
- El día de antes. La jornada previa al examen es muy importante. Por lo general, se apura hasta el último minuto para repasar los contenidos o estudiar aquellas partes de la materia que se han ido quedando relegadas. No obstante, este no es un buen plan de estudios. Lo más recomendable es usar la jornada anterior al examen para descansar. De esa forma, llegarás al examen en perfectas condiciones físicas y psicológicas.
Mens sana in corpore sano
- Hacer ejercicio. Una de las mejores recomendaciones para bajar la tensión es hacer ejercicio moderado el día antes del examen. Por ejemplo, un paseo te ayudará a desconectar y a despejarte. Esa relajación te ayudará también a descansar mejor por la noche. De esa forma, el día del examen te despertarás descansado y lleno de energía para afrontar el reto de superar la prueba académica.
- Dormir bien. Lo hemos indicado en el punto anterior como complemento al ejercicio. Sin embargo, merece la pena incidir en este aspecto porque hay evidencias científicas que sostienen que dormir entre 7 y 8 horas permite que los conocimientos se consoliden en el cerebro. De hecho, la memoria funciona mejor después de una noche de descanso completo.
- Ducha matinal. Y, aunque parezca una obviedad, una ducha matinal con agua fresca prepara tu cuerpo para la actividad. Por ello, merece la pena meterse en la ducha fría a primera hora de la mañana. No solo te servirá para despertarte, sino que predispondrá a tu mente para la concentración. Por otra parte, evita una ducha con agua caliente porque dilata los vasos sanguíneos y aumenta la posibilidad de acalorarte. Esa sensación no es adecuada para presentarte a una prueba.
Consejos adicionales
- Evita repasar. Los momentos previos al examen debes dedicarlos, exclusivamente, a relajarte para entrar en una buena condición física y psíquica a la prueba académica. Por ello, para evitar ponerte nervioso en un examen no es nada conveniente que te pongas a repasar en el último momento. Te generará una sensación de inseguridad. Has de confiar en el esfuerzo que has realizado estudiando y tener la convicción que podrás hacer uso de esos conocimientos durante la prueba.
- Incertidumbre. Omite todas aquellas situaciones que puedan generar en ti una situación de incertidumbre. Normalmente, es frecuente preguntar a los compañeros si han estudiado o especular sobre las preguntas porque pueden aparecer en el examen. Todos esos escenarios fomentan un estado de intranquilidad que no te predispone a entrar al examen en condiciones para afrontarlo con serenidad y seguridad.
- Ejercicios de relajación. Los momentos previos al examen son ideales para que pongas en práctica algunos sencillos ejercicios de relajación que evitarán que focalices tus pensamientos en la prueba. Unas sencillas series de respiración abdominal contribuirán a que puedas evitar ponerte nervioso en un examen. El cerebro interpreta este tipo de respiración como un mensaje de tranquilidad. Por tanto, te ayudará a hacer las cosas bien.
- Conocimiento. Al entrar en la sala donde vas a hacer el examen es muy importante que leas todas las preguntas. En ese momento, podrás saber cuáles son aquellas que más te sabes. Empieza por estas. Es una forma de fijar los conocimientos sobre el papel y de entrenar el cerebro para ir respondiendo a las preguntas. Otra ventaja es que si te falta tiempo habrás respondido primero a las cuestiones que te van a puntuar positivamente.
- Esquema. Antes de contestar a las preguntas prepara bien las respuestas. Ayuda mucho hacer un pequeño esquema que te permita organizar los contenidos de una forma coherente. De ese modo, el mensaje que reciba el profesor cuando corrija las respuestas estará estructurado. Así, el profesor podrá constatar que has hecho un buen trabajo.
- No tengas prisa. ¿Tienes prisa por acabar el examen? Olvida esa idea. Lo más importante es que puedas responder a cada pregunta con tranquilidad. Los nervios y las ganas de acabar no contribuirán a que obtengas una buena nota. Es mejor que le dediques a cada pregunta el tiempo que necesites para que las respuestas sean válidas ¿Te sobra tiempo? No tengas prisa por salir de la sala. Usa esos momentos para repasar las respuestas y, si procede, mejorar los contenidos. Es una oportunidad de oro para mejorar las respuestas y, si cabe, hacerlas correcciones oportunas para que todo esté perfecto.
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